viernes, 10 de febrero de 2012

La educación en tiempos antes de la industrialización era basada en el aprendizaje por medio del adiestramiento, de la experiencia, del contacto directo del aprendiz con la materia pura en si del arte; el conocimiento era trasmitido mediante la palabra del maestro, el artesano, quien a su vez era el ejemplo a seguir, era el modelo puesto delante del aprendiz, para que este con el contacto directo con el arte pudiera alcanzar un nivel de perfeccionamiento acercándose al de su maestro,  quien va modelando el proceso de adquisición de conocimientos y hasta de la forma de ser y personalidad de los estudiantes.

Hasta el siglo XIX la pedagogía artesanal tuvo un auge y gran importancia. Para esta época los intelectuales eran aquellos quienes sabían un arte como el zapatero, el pescador, el constructor. En Rugio (1994) podemos ver que la formación del artesano se realizaba a través de la práctica y el aprendizaje directo junto con el profesor. Pero la imagen del profesor artesano se vio amenazada por la industrialización. Las primeras escuelas aparecen cuando la sociedad consideró necesario ejercitar la inteligencia de un mayor número de estudiantes. La escuela era distinta de la que conocemos en la actualidad porque los alumnos contaban con muy pocos libros.

Cuando llego la industrialización se dejo a un lado la instrucción del arte por el la profunda esclavización y digámoslo “pervertor moral” de la producción que demandaba la misma. La gente se dedicaba ya a realizar tareas que eran simplemente cuestiones mecánicas, las cuales no requerían de un personal erudito, ni con creatividad. Solo se requerían “idiotas” que supieran actuar como tales a la hora de repetir procesos mínimos y básicos durante largas horas. 

En los últimos días la educación se ha visto altamente influenciada por los adelantos tecnológicos, que aplicados a procesos informativos y de comunicación pueden fortalecer la educación en aspectos tales como la importancia del tiempo o el espacio para poder ejecutar su aplicación. Con estos medios, el educador puede tener recursos mejorados, más prácticos, eficaces y cercanos a la realidad, además de que puede promover el auto aprendizaje, pero una vez más, surge la incógnita del valor que le damos a las artes en nuestro contexto. No podemos ignorar cuna importantes son las artes en el desarrollo creativo y mental de los aprendices. Las artes llevan al estudiante a desarrollar ideas nuevas, a desarrollar un sentido de admiración por su entorno y a ser capaza de hacer uso de sus facultades físicas para llevar a cabo grandes obas maestras y en diferentes campos. El arte le da color a la vida, trae inspiración a grandes y pequeños, pero si cada vez la valoramos menos desde las aulas de clase, ¿Donde va a quedar todo ese arte que nos ha llevado  a conocer las culturas de otras épocas y por la cual se puede trasmitir lo que nosotros mismos somos como pueblo?

References: 
Rugiu,  A. S. (1994). Nostalgia del maestro artesano. p.p. 224. Universidad Nacional Autónoma de México   

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